La primera necesidad es desaprender (Santos, 2000).
Debemos abandonar
el modelo de "educación industrial" o “de talla única" apostando por flexibilizar el
diseño y la aplicación del curriculum, respetando a aquellos estudiantes que
tengan diferente ritmo de aprendizaje (infradotación o sobredotación) e
integrando a todas las sensibilidades, minorías o singularidades: culturales,
étnicas, religiosas o lingüísticas.
Por otra parte, ayudados de las nuevas
tecnologías y de sus potentes herramientas (internet, redes sociales,
plataformas digitales interactivas, etc.), necesitamos actualizar los estilos
de enseñanza y apostar por el uso de nuevos procedimientos que sean menos directivos
y que ayuden al niño a aprender por sí mismo. En el futuro, el docente valioso
será aquel que sepa invisibilizar su labor en pro de un mayor protagonismo de sus
alumnos, aquel que consiga que éstos construyan s
u propia educación a partir de
una mayor autonomía física, intelectual y moral.