NO ME GUSTA PERDER NI AL PARCHÍS
La cuestión sobre si la escuela y sus educadores deben enseñar a los niños a competir o si la competición es o no estigmatizante me parece secundaria. Máxime cuando para iniciar una carrera, superar una entrevista de trabajo o aprobar una oposición, debemos clasificarnos por encima de los demás, mostrar que nuestra valía es superior a la del resto. La pregunta no es si debemos enseñar o no a los niños a competir. La verdadera cuestión es si la escuela debe enseñar a competir de otra manera.
Dime cómo compites o cómo digieres el éxito y la derrota y te diré cómo eres |
¿Cuántas veces hemos visto a un chaval celebrando un gol haciendo el corazón de Bale, besándose el anillo como Raúl o llevándose el dedo índice a los labios para acallar a sus hipotéticos detractores?
A estos afamados deportistas les oímos declarar con frecuencia "A mí no me gusta perder ni al parchís". ¿Qué esconde esta frase? ¿Su disposición al esfuerzo y al aprendizaje continuo para ser mejores, o la voluntad de ganar a cualquier precio? Ayrton Senna dijo "el segundo es el primero de los perdedores", Juan Pablo Montoya: "yo vine a la Fórmula 1 a ganar no a ser parte de la profesión". Esa filosofía de "el éxito no lo es todo: es lo único", la glorificación del: "lo importante no es participar es ganar, vencer a cualquier precio" ¿Es la que comparte la escuela?